A través de la revista «Todo Tenis» de Junio de 1983 Benjamín Pascolat nos cuenta su historia “Soy autodidacta y lo hice todo a fuerza pulmón, cuando empezamos tuvimos que experimentar con nuestros propios errores, han pasado 33 años y a los 70 años seguimos en el camino con nuestra fábrica en San Martin, prov. de Buenos Aires, fabricando hasta 25.000 tubos mensuales, cuando comenzamos nos poníamos contentos con vender 4 docenas de pelotas.
Yo tenía un hermano que había quedado cesante en su trabajo en Entre Ríos y se vino a vivir a Buenos Aires, yo vivía en una casa amplia y decidí hacer algo con él y paralelamente seguir en la fábrica metalúrgica que me brindaba un buen pasar, como tenía también experiencia en goma intente fabricar cámaras de pelotas de futbol.
Corría el año 1950 y en las casa de deportes me aconsejaban que fabrique pelotas de tenis, ya que un tubo de importadas costaba nueve pesos, pensando que no iba a ser una tarea difícil empecé a fabricarlas, pero al principio las cosas no salían. Corregíamos un defecto y aparecía otro, pero me había empecinad
o incluso renuncié a mi puesto en la metalúrgica para dedicarme de lleno a las pelotas de tenis.
En un comienzo las denominamos “Ganadoras”, pero eran un desastre tarde dos años y medio en hacer una pelota que sirviese para jugar, tuve problemas económicos que me llevaron a desprenderme de unos terrenos, mas tarde de una casa quinta y luego tuve que vender
un auto de 12 cilindros, un “Lincoln” esta venta coincidió con el momento en que logre fabricar la primer pelota jugable, entonces la denominamos con el mismo nombre del auto.
Al principio utilizamos paño nacional y producimos 100 juegos por mes, era una pelota verdaderamente mala pero igual se las vendía por que las importadas se las gravaba con un trescientos por ciento más de recargos aduaneros y además los comerciantes me alentaban a seguir con la fabricación.
Por el año 1958 estuvimos a punto de asociarnos a Mercur, de Brasil, que en aquella época era considerada una buena pelota, pero al final no nos asociamos, ellos se quedaron mucho con respecto a la calidad y nosotros seguimos evolucionando, realmente las pelotas en los sesentas eran “una papa”.
En 1970 logramos hacer una buena pelota la “Sello Azul”, con un paño importado, pero mi idea fue siempre lograr hacer un buen paño nacional capaz de competir con el paño inglés, en 1978 viaje a Inglaterra con un ingeniero textil para conocer fábricas de paño vimos mucho pero no nos dieron información, donde sí nos dieron información fue es las fábricas de maquinarias textiles, entonces ya de vuelta comenzamos a hacer pruebas pero esto se debió interrumpir debido al dólar barato, después el país se vio invadido por las importaciones de todas las marcas posibles y a precios con los que no se podían competir.
Terminando el conflicto de Malvinas se nos cerro el mercado donde conseguíamos el paño y no tuvimos mas remedio que abocarnos al desarrollo de un paño nacional, tuvimos un largo trabajo durante los siete días de la semana, pero lo logramos, al principio con una pelota de transición a la que denominamos “Gran Campeonato”, después conseguimos llegar a la “Sello de Plata”, que ha mejorado mucho incluso superando a las pelotas de alta competición, sin embargo pienso que se puede seguir mejorando, nosotros debemos lograr un paño de mayor duración, que a diferencia de los americanos que es de corta duración debido a que el costo del tubo de pelotas es más barato y un jugador ocasional compra un tubo y después de usarlos una vez lo deja abandonado
Por revista «Todo Tenis» de Junio de 1983.